*J.G. González – Writer’s Web

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J.G. González - Writer's Web
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SOBRE MI

En las profundidades de la mente humana, donde los misterios del alma se entrelazan con los laberintos del pensamiento, se encuentra J.G. González. No solo es un arquitecto de mundos fantásticos, sino también un explorador incansable de las tierras ocultas del inconsciente. Graduado en Psicología con Mención en Psicología de la Salud e Intervención en Trastornos Mentales y del Comportamiento. También ha recorrido los caminos del psicoanálisis formándose durante más de seis años, desentrañando los enigmas que habitan en los rincones más oscuros de la psique.
Como un sabio que conoce los secretos de los antiguos, J.G. González se sumerge en los océanos profundos de la mente, guiando a aquellos que buscan entender sus propios demonios y encontrar la paz en medio del caos. Su formación y experiencia lo han convertido en un psicoanalista de renombre, un verdadero guardián de la mente y el espíritu, que con sus conocimientos y su empatía, ha ayudado a muchos a cruzar las sombras y emerger hacia la luz
Así como construye mundos de fantasía en sus novelas, también construye puentes hacia la sanación en la realidad, uniendo las dos esferas en una misión singular: explorar, entender, y sanar, tanto en los reinos de la imaginación como en los del ser humano, que en última instancia, son lo mismo.»
Bienvenido a J.G. González

Explorando mundos de fantasía, narración de historias y aventuras sin fin

Bienvenidos al universo oficial de J.G. González, donde la imaginación no conoce límites y la fantasía épica cobra vida. Nos dedicamos a brindarte historias ricas, juegos inmersivos y efectos visuales impresionantes que te transportan al mundo de The Sand Walker y más allá.

Desde cautivadoras novelas de fantasía hasta un atractivo juego de cartas de estrategia, J.G. González crea mundos intrincados llenos de magia, criaturas míticas y héroes legendarios. Cada historia está meticulosamente elaborada y cada personaje cobra vida vívidamente a través de impresionantes ilustraciones de Ricardo Muñoz.

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¡Sumérgete, juega duro y deja que comience la aventura!

Historias épicas
Juegos estratégicos
Arte impresionante
Aventura sin fin

J.G. González.

  • El nacimiento de una leyenda

    En un reino olvidado por los dioses, una chispa de caos se encendió en Badajoz el 8 de abril de 1981. En ese paraje del sudoeste amaneció a la vida. Pero no fue un nacimiento, fue la forja de un enigma: Jesús, el nombre que le dieron, pero el destino tenía otros planes (J.G. González)

    Arrojado a una tierra donde el sol arde como las llamas de un dragón y el invierno muerde como el acero helado, encontró su primer desafío. Una tierra salvaje, despiadada pero rica en secretos, que solo los elegidos pueden desentrañar. Una tierra, donde cualquier dragón que se precie desearía establecer su guarida. Y así comenzó su leyenda…”

  • La imaginación de un niño: forjando mundos más allá de la realidad

    En una época en que los demás niños apenas dominaban las letras, su mente ya navegaba por dimensiones insospechadas. Mientras otros jugaban a la realidad, él forjaba mundos en papiros, donde un héroe emprendía un viaje digno de las crónicas más épicas. En su mente, las cuartillas se convertían en tierras lejanas, divididas en casillas que solo un valiente podía cruzar con el destino de un dado.

    Cada tirada era un paso hacia lo desconocido, cada casilla un desafío mortal. Pero no era un adulto sabio, sino un niño, un pequeño ser enfrentando enigmas y complejidades que desafiarían a mentes mucho mayores. Mientras otros niños jugaban con juguetes, él jugaba con la estructura de la narrativa misma, resolviendo con paciencia infinita los nudos de mecánicas que amenazaban sus creaciones. Porque incluso en su tierna edad, el destino ya había decidido que su mente sería un campo de batalla de imaginación y lógica.

  • Dragones y profundidad

    No pasó mucho tiempo antes de que ese joven soñador quedara atrapado en el hechizo de las series y películas de fantasía épica de su época. Su imaginación fue invadida por dragones y criaturas fantásticas, pero también por tramas intrincadas y guiones cargados de misterio. Los personajes no eran simples figuras en una pantalla; se transformaron en seres con una profundidad psicológica tan real que casi podías sentir su aliento, viviendo en el imaginario de aquellos que compartían sus historias

    Hércules y Xena no solo le enseñaron mitología, sino que le mostraron la lucha incansable contra los dioses y monstruos de su tiempo. Películas como La Historia Interminable y Willow le inculcaron la certeza de que el bien siempre puede prevalecer, por difícil que sea la batalla. Y los dibujos animados, desde Dragones y Mazmorras hasta He-Man, Caballeros del Zodiaco, David el Gnomo o Gargoyles: héroes mitológicos, entre otros muchos, le enseñaron que incluso los personajes más fantásticos podían ser animados y cobrar vida, convirtiéndose en el alma de historias que desafían el tiempo.

  • De píxeles a leyendas: el nacimiento de un creador

    En esos años dorados, cuando los sueños digitales comenzaron a tomar forma, una chispa de creatividad estalló en su interior. Fue una época en la que los videojuegos se convirtieron en portales a mundos desconocidos, donde los mortales podían tomar las riendas de su propio destino. No se trataba solo de jugar, sino de sumergirse en universos donde el poder de la decisión era absoluto, donde cada paso, cada batalla, cada hechizo lanzado podía cambiar el curso de la historia. Juegos como Warcraft, Golden Axe, Heroes of Might and Magic o Rastan no solo fueron entretenimiento; fueron guías hacia reinos llenos de tramas intrincadas, poderes ancestrales, magias arcanas y criaturas legendarias. En esos mundos, él no era un simple espectador, sino un artífice del destino, un forjador de leyendas en un universo donde la fantasía y la realidad se entrelazaban en un baile eterno. Así comenzó su obsesión por crear, por construir su propio universo, donde él mismo sería el arquitecto de cada historia, el maestro de cada criatura, el guardián de cada secreto.

  • Crafting Legends: la chispa de la narración épica

    Entonces, la adolescencia irrumpió como una tormenta, y toda esa inquietud que bullía en su interior comenzó a tomar forma. Empezó a tejer relatos de fantasía épica, donde los héroes y villanos no eran otros que sus propios amigos y compañeros de clase, transfigurados en personajes legendarios. En los momentos de pausa, compartía estos cuentos con ellos, y, como si estuvieran bajo un hechizo, escuchaban atentos las hazañas de sus alter egos en mundos lejanos.

    Así, sin darse cuenta, comenzó a dominar el arte de la escritura épica, dando vida a criaturas que nunca antes habían existido en ningún reino conocido. Lo que comenzó como un juego de la mente se transformó en una chispa de creación, una llama que seguiría ardiendo mientras daba forma a universos nacidos de su imaginación desbordante

  • Construyendo un universo

    En esta etapa, la fantasía dejó de ser un juego. Ya no eran simples relatos breves para entretener a amigos del instituto; ahora, en la vida adulta, J.G. González se embarcó en una misión verdaderamente épica: crear un universo propio. Con la determinación de un dios forjador, comenzó a concebir la fauna y la flora, a estudiar cómo nacen los ríos y se alzan las montañas. No dejó piedra sin mover, y de su fértil imaginación brotaron razas jamás vistas, seres que nunca habían pisado otro mundo

    Les otorgó reinos, les dio una mitología rica y compleja, un panteón de dioses, héroes y leyendas que respiraban vida en su mente. Así, colocó los cimientos de lo que se convertiría en una saga monumental. Durante horas interminables, días que se convirtieron en semanas y meses, escribió sin descanso, construyendo su cosmos palabra por palabra. Y al fin, la primera novela de El caminante de arena emergió de las sombras, una realidad tangible nacida del sueño de un hombre que se atrevió a desafiar los límites de su inventiva.

  • Haciendo realidad el sueño

    Pero entonces llegó el verdadero desafío: llevar esa historia a los rincones del mundo. La batalla no fue fácil; de hecho, fue una guerra encarnizada. J.G. González, armado solo con su pasión y su pluma, contactó con decenas de editoriales, pero las puertas se cerraban una tras otra. Muchas veces recibió negativas cortantes, y en otras ocasiones, solo el frío e implacable silencio como respuesta. Sin embargo, su determinación era inquebrantable, y en medio de la niebla, una editorial finalmente vio el brillo de su creación y decidió apostar por ella. Así, la obra de fantasía épica fue publicada, y el sueño que había nacido en su mente cobró vida en el mundo real

    Pero este era solo el comienzo. Con la novela en sus manos, J.G. González se lanzó a la aventura de presentarla al mundo, organizando presentaciones, inventando formas creativas de difundir El caminante de arena, y enfrentándose a cada desafío con la misma fiereza con la que sus personajes enfrentaban dragones. Sin embargo, llegó un momento en que sintió la necesidad de volar solo. Su visión era más ambiciosa, más grandiosa; necesitaba espacio para crecer, para expandir su universo más allá de los límites que otros podrían imaginar. Y así, el verdadero viaje apenas comenzaba…

  • De las palabras a los mundos: un nuevo capítulo audaz

    J.G. González decidió abandonar la senda conocida. Dejó atrás la publicación de su obra con aquella editorial y se embarcó en una nueva y audaz misión: editar y publicar sus propias novelas en ese vasto universo que había creado. Fue entonces cuando el destino lo llevó a encontrarse con Ricardo Muñoz, un maestro de la ilustración de fantasía épica. Juntos, comenzaron a esculpir en imágenes lo que antes solo existía en palabras, dando vida a una multitud de personajes que poblaban sus historias

    De aquel trabajo titánico, nacieron más de ochenta ilustraciones que no solo embellecieron las páginas de las novelas, sino que dieron rostro y alma a su mundo. Pero la ambición de J.G. González no se detuvo ahí. De aquellas novelas, cargadas de vida y color, surgiría más tarde un nuevo desafío: la creación de un juego de mesa de cartas que capturaría la esencia de su universo. Pero esa es una historia que aún está por revelarse…

  • Convertir los sueños en juego: el nacimiento de un juego de cartas

    Con el tiempo, tras el lanzamiento de sus novelas, J.G. González no podía dejar de pensar en aquel niño que una vez fue, aquel que inventaba mundos dibujando juegos en una simple cuartilla y recortaba sus personajes en papel. Las paredes de su cuarto de escritura, cubiertas con las vibrantes ilustraciones de Ricardo Muñoz, parecían susurrarle una idea audaz: ‘¿Y si convierto estas ilustraciones en un juego de cartas?’. Así, durante más de un año, forjó en su mente las reglas y mecánicas, inspirándose en el vasto argumento de sus novelas, dándole mil vueltas a la inventiva.

    No fue una tarea sencilla, pero su determinación no conocía límites. Tras innumerables horas de diseño, pruebas y búsqueda de la manera perfecta de materializar su visión, ese juego de mesa se convirtió en una realidad tangible. Era mucho más que un simple juego; era otro portal hacia el universo de El caminante de arena, una forma nueva de darle vida, esta vez a través de una guerra épica y estratégica librada con cartas de combate que representaban a los héroes y villanos de su mundo

  • Un universo en progreso: la historia continúa

    Y así, la línea del tiempo nos lleva al presente, donde J.G. González, impertérrito, sigue empeñado en alimentar el universo que ha creado. Los misterios del destino nublan nuestra visión sobre hacia dónde lo llevará su ingenio, pero lo cierto es que nuevas ideas hierven en su mente, y proyectos ya en marcha, como la continuación de su próxima novela, nos alientan a seguir el pulso de este vasto mundo.

    Quizás, en un futuro cercano, nos sorprenda con una app, un videojuego inspirado en aquellos que tanto lo inspiraron, o, ¿por qué no?, una película que dé vida a sus palabras en la gran pantalla. Pero una cosa es segura: la escritura siempre será su piedra angular, el corazón de toda su creación. Porque para él, la palabra es la magia más poderosa que existe, capaz de crear o destruir mundos, en este y en cualquier otro universo.

    ¿Qué nuevas aventuras nos deparará este camino que J.G. González sigue con la mirada firme y la ilusión de aquel niño, acompañado siempre por la creatividad como su leal escudero? Solo el tiempo lo dirá. Hasta pronto, amigos, y que la próxima página nos revele más de esta épica historia…

El nacimiento de una leyenda

En un reino olvidado por los dioses, una chispa de caos se encendió en Badajoz el 8 de abril de 1981. En ese paraje del sudoeste amaneció a la vida. Pero no fue un nacimiento, fue la forja de un enigma: Jesús, el nombre que le dieron, pero el destino tenía otros planes (J.G. González)
Arrojado a una tierra donde el sol arde como las llamas de un dragón y el invierno muerde como el acero helado, encontró su primer desafío. Una tierra salvaje, despiadada pero rica en secretos, que solo los elegidos pueden desentrañar. Una tierra, donde cualquier dragón que se precie desearía establecer su guarida. Y así comenzó su leyenda…»

La imaginación de un niño: forjando mundos más allá de la realidad

En una época en que los demás niños apenas dominaban las letras, su mente ya navegaba por dimensiones insospechadas. Mientras otros jugaban a la realidad, él forjaba mundos en papiros, donde un héroe emprendía un viaje digno de las crónicas más épicas. En su mente, las cuartillas se convertían en tierras lejanas, divididas en casillas que solo un valiente podía cruzar con el destino de un dado.
Cada tirada era un paso hacia lo desconocido, cada casilla un desafío mortal. Pero no era un adulto sabio, sino un niño, un pequeño ser enfrentando enigmas y complejidades que desafiarían a mentes mucho mayores. Mientras otros niños jugaban con juguetes, él jugaba con la estructura de la narrativa misma, resolviendo con paciencia infinita los nudos de mecánicas que amenazaban sus creaciones. Porque incluso en su tierna edad, el destino ya había decidido que su mente sería un campo de batalla de imaginación y lógica.

Dragones y profundidad

No pasó mucho tiempo antes de que ese joven soñador quedara atrapado en el hechizo de las series y películas de fantasía épica de su época. Su imaginación fue invadida por dragones y criaturas fantásticas, pero también por tramas intrincadas y guiones cargados de misterio. Los personajes no eran simples figuras en una pantalla; se transformaron en seres con una profundidad psicológica tan real que casi podías sentir su aliento, viviendo en el imaginario de aquellos que compartían sus historias
Hércules y Xena no solo le enseñaron mitología, sino que le mostraron la lucha incansable contra los dioses y monstruos de su tiempo. Películas como La Historia Interminable y Willow le inculcaron la certeza de que el bien siempre puede prevalecer, por difícil que sea la batalla. Y los dibujos animados, desde Dragones y Mazmorras hasta He-Man, Caballeros del Zodiaco, David el Gnomo o Gargoyles: héroes mitológicos, entre otros muchos, le enseñaron que incluso los personajes más fantásticos podían ser animados y cobrar vida, convirtiéndose en el alma de historias que desafían el tiempo.

De píxeles a leyendas: el nacimiento de un creador

En esos años dorados, cuando los sueños digitales comenzaron a tomar forma, una chispa de creatividad estalló en su interior. Fue una época en la que los videojuegos se convirtieron en portales a mundos desconocidos, donde los mortales podían tomar las riendas de su propio destino. No se trataba solo de jugar, sino de sumergirse en universos donde el poder de la decisión era absoluto, donde cada paso, cada batalla, cada hechizo lanzado podía cambiar el curso de la historia. Juegos como Warcraft, Golden Axe, Heroes of Might and Magic o Rastan no solo fueron entretenimiento; fueron guías hacia reinos llenos de tramas intrincadas, poderes ancestrales, magias arcanas y criaturas legendarias. En esos mundos, él no era un simple espectador, sino un artífice del destino, un forjador de leyendas en un universo donde la fantasía y la realidad se entrelazaban en un baile eterno. Así comenzó su obsesión por crear, por construir su propio universo, donde él mismo sería el arquitecto de cada historia, el maestro de cada criatura, el guardián de cada secreto.

Crafting Legends: la chispa de la narración épica

Entonces, la adolescencia irrumpió como una tormenta, y toda esa inquietud que bullía en su interior comenzó a tomar forma. Empezó a tejer relatos de fantasía épica, donde los héroes y villanos no eran otros que sus propios amigos y compañeros de clase, transfigurados en personajes legendarios. En los momentos de pausa, compartía estos cuentos con ellos, y, como si estuvieran bajo un hechizo, escuchaban atentos las hazañas de sus alter egos en mundos lejanos.
Así, sin darse cuenta, comenzó a dominar el arte de la escritura épica, dando vida a criaturas que nunca antes habían existido en ningún reino conocido. Lo que comenzó como un juego de la mente se transformó en una chispa de creación, una llama que seguiría ardiendo mientras daba forma a universos nacidos de su imaginación desbordante

Construyendo un universo

En esta etapa, la fantasía dejó de ser un juego. Ya no eran simples relatos breves para entretener a amigos del instituto; ahora, en la vida adulta, J.G. González se embarcó en una misión verdaderamente épica: crear un universo propio. Con la determinación de un dios forjador, comenzó a concebir la fauna y la flora, a estudiar cómo nacen los ríos y se alzan las montañas. No dejó piedra sin mover, y de su fértil imaginación brotaron razas jamás vistas, seres que nunca habían pisado otro mundo
Les otorgó reinos, les dio una mitología rica y compleja, un panteón de dioses, héroes y leyendas que respiraban vida en su mente. Así, colocó los cimientos de lo que se convertiría en una saga monumental. Durante horas interminables, días que se convirtieron en semanas y meses, escribió sin descanso, construyendo su cosmos palabra por palabra. Y al fin, la primera novela de El caminante de arena emergió de las sombras, una realidad tangible nacida del sueño de un hombre que se atrevió a desafiar los límites de su inventiva.

Haciendo realidad el sueño

Pero entonces llegó el verdadero desafío: llevar esa historia a los rincones del mundo. La batalla no fue fácil; de hecho, fue una guerra encarnizada. J.G. González, armado solo con su pasión y su pluma, contactó con decenas de editoriales, pero las puertas se cerraban una tras otra. Muchas veces recibió negativas cortantes, y en otras ocasiones, solo el frío e implacable silencio como respuesta. Sin embargo, su determinación era inquebrantable, y en medio de la niebla, una editorial finalmente vio el brillo de su creación y decidió apostar por ella. Así, la obra de fantasía épica fue publicada, y el sueño que había nacido en su mente cobró vida en el mundo real
Pero este era solo el comienzo. Con la novela en sus manos, J.G. González se lanzó a la aventura de presentarla al mundo, organizando presentaciones, inventando formas creativas de difundir El caminante de arena, y enfrentándose a cada desafío con la misma fiereza con la que sus personajes enfrentaban dragones. Sin embargo, llegó un momento en que sintió la necesidad de volar solo. Su visión era más ambiciosa, más grandiosa; necesitaba espacio para crecer, para expandir su universo más allá de los límites que otros podrían imaginar. Y así, el verdadero viaje apenas comenzaba…

De las palabras a los mundos: un nuevo capítulo audaz

J.G. González decidió abandonar la senda conocida. Dejó atrás la publicación de su obra con aquella editorial y se embarcó en una nueva y audaz misión: editar y publicar sus propias novelas en ese vasto universo que había creado. Fue entonces cuando el destino lo llevó a encontrarse con Ricardo Muñoz, un maestro de la ilustración de fantasía épica. Juntos, comenzaron a esculpir en imágenes lo que antes solo existía en palabras, dando vida a una multitud de personajes que poblaban sus historias
De aquel trabajo titánico, nacieron más de ochenta ilustraciones que no solo embellecieron las páginas de las novelas, sino que dieron rostro y alma a su mundo. Pero la ambición de J.G. González no se detuvo ahí. De aquellas novelas, cargadas de vida y color, surgiría más tarde un nuevo desafío: la creación de un juego de mesa de cartas que capturaría la esencia de su universo. Pero esa es una historia que aún está por revelarse…

Convertir los sueños en juego: el nacimiento de un juego de cartas

Con el tiempo, tras el lanzamiento de sus novelas, J.G. González no podía dejar de pensar en aquel niño que una vez fue, aquel que inventaba mundos dibujando juegos en una simple cuartilla y recortaba sus personajes en papel. Las paredes de su cuarto de escritura, cubiertas con las vibrantes ilustraciones de Ricardo Muñoz, parecían susurrarle una idea audaz: ‘¿Y si convierto estas ilustraciones en un juego de cartas?’. Así, durante más de un año, forjó en su mente las reglas y mecánicas, inspirándose en el vasto argumento de sus novelas, dándole mil vueltas a la inventiva.
No fue una tarea sencilla, pero su determinación no conocía límites. Tras innumerables horas de diseño, pruebas y búsqueda de la manera perfecta de materializar su visión, ese juego de mesa se convirtió en una realidad tangible. Era mucho más que un simple juego; era otro portal hacia el universo de El caminante de arena, una forma nueva de darle vida, esta vez a través de una guerra épica y estratégica librada con cartas de combate que representaban a los héroes y villanos de su mundo
Así, aquel niño que una vez soñó con ser el amo de su propio destino, finalmente vengó sus ansias de creatividad, convirtiendo sus sueños en una realidad que otros podían tocar, jugar y vivir.

Un universo en progreso: la historia continúa

Y así, la línea del tiempo nos lleva al presente, donde J.G. González, impertérrito, sigue empeñado en alimentar el universo que ha creado. Los misterios del destino nublan nuestra visión sobre hacia dónde lo llevará su ingenio, pero lo cierto es que nuevas ideas hierven en su mente, y proyectos ya en marcha, como la continuación de su próxima novela, nos alientan a seguir el pulso de este vasto mundo.
Quizás, en un futuro cercano, nos sorprenda con una app, un videojuego inspirado en aquellos que tanto lo inspiraron, o, ¿por qué no?, una película que dé vida a sus palabras en la gran pantalla. Pero una cosa es segura: la escritura siempre será su piedra angular, el corazón de toda su creación. Porque para él, la palabra es la magia más poderosa que existe, capaz de crear o destruir mundos, en este y en cualquier otro universo.
¿Qué nuevas aventuras nos deparará este camino que J.G. González sigue con la mirada firme y la ilusión de aquel niño, acompañado siempre por la creatividad como su leal escudero? Solo el tiempo lo dirá. Hasta pronto, amigos, y que la próxima página nos revele más de esta épica historia…

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